[ Pobierz całość w formacie PDF ]

- Me acuerdo que todos estaban preocupados por eso.
- Bueno, la Nube se está retardando al disparar burbujas de gas a muy alta velocidad.
No sabemos por qué o cómo está haciendo eso, pero el trabajo de Marlborough y
Leicester demuestra bien que es así.
- ¿No vas a decirme que una de esas burbujas ha dado en la Luna?
- Es exactamente lo que pienso. Esas áreas oscuras son nubes de tierra gigantescas,
quizá de dos o tres millas de profundidad. Lo que está ocurriendo es que el impacto del
gas a alta velocidad ha hecho saltar el polvo lunar a cientos de millas por sobre la Luna.
- ¿Hay alguna probabilidad que una de esas burbujas nos dé a nosotros?
- Yo no lo habría pensado. La Tierra debe ser un blanco muy pequeño. Pero entonces
la Luna es un blanco más pequeño todavía, ¡y una de las burbujas le ha acertado justo!
- ¿Qué pasaría si...?
- ¿Si nos diera una? No quiero pensarlo. Nos preocupa bastante lo que pueda ocurrir
si la Nube nos choca a una velocidad de quizá cincuenta kilómetros por segundo. Sería
espantoso si fuéramos chocados a la velocidad de una de esas burbujas, que debe ser
cerca de mil kilómetros por segundo. Supongo que toda la atmósfera terrestre sería
barrida hacia el espacio, cómo el polvo de la Luna.
- Lo que no puedo entender de ti, Chris, es cómo puedes saber todas estas cosas y. sin
embargo preocuparte tanto acerca de la política y políticos. Parece de tan poca
importancia y trivial.
- Ann, querida, si me pasara el día pensando en la situación tal cual es perdería la
cabeza en un par de días. Algunos hombres se van a enloquecer. Otros se
emborracharán. Mi forma de escapismo es rezongar a los políticos. El viejo Parkinson
sabe perfectamente bien que sólo estamos jugando una especie de partida deportiva.
Pero hablando seriamente, de ahora en adelante la supervivencia deberá medirse en
horas.
Ella se acercó a él.
- O quizá debería decirlo más poéticamente - murmuró él -: Ven y bésame, dulce y
bien, la vida no es materia duradera.
CAPÍTULO VII - LLEGADA
Desde fines de julio se mantuvo una guardia nocturna en el refugio de Nortonstowe.
Joe Stoddard estaba en la nómina como era natural pues su trabajo de jardinero había
cesado por el momento. La jardinería no es una actividad que convenga al clima tropical.
Ocurrió que la noche de observación de Joe correspondió al 27 de agosto. No tuvo
lugar ninguna acción dramática. Sin embargo a las 7.30 de la mañana siguiente Joe
golpeó tímidamente a la puerta de la habitación de Kingsley. La noche anterior, Kingsley,
acompañado de otros ilustres varones, había bebido en forma algo excesiva. De manera
que al principio apenas se dio cuenta que Joe trataba de transmitirle algún mensaje.
Gradualmente advirtió que el alegre jardinero estaba desusadamente solemne.
- No está ahí, señor, no está ahí.
- ¿Qué es lo que no está ahí? Por amor de Dios, vaya y tráigame una taza de té. Tengo
la boca como el piso de la jaula de un loro.
- ¡Una taza de té, señor! - Joe titubeó pero se mantuvo estólido sobre el terreno -. Sí
señor. Sólo que usted dijo que yo tenía que comunicarle cualquier cosa desusada y
realmente no está ahí.
- Joe, a pesar de lo mucho que lo estimo, le digo muy solemnemente que lo destripo,
ahora y aquí, a menos que me diga qué es lo que no está ahí. - Kingsley habló en voz alta
y despacio -. ¿Qué es lo que no está ahí?
- ¡El día, señor! ¡No hay sol!
Kingsley miró su reloj. Era alrededor de las 7.42, mucho después del amanecer en
agosto. Salió corriendo del refugio al exterior. Estaba completamente oscuro, ni siquiera
atenuado por la luz de las estrellas que no podían penetrar la gruesa capa de la Nube.
Parecía estar presente un temor primitivo irracional. Había desaparecido la luz del mundo.
En Inglaterra y los países de occidente, en general, el golpe fue amortiguado por la
noche, porque para ellos la luz del Sol se extinguió durante la noche. Un atardecer la luz
declinó gradualmente como siempre. Pero ocho horas después no hubo amanecer. La
pared en avance de la Nube había llegado al Sol en el ínterin.
Los pueblos del hemisferio oriental experimentaron en todo su horror la desaparición de
la luz. Para ellos la oscuridad total sin atenuantes cayó en medio de lo que debería haber
sido pleno día. En Australia, por ejemplo, el cielo comenzó a oscurecerse alrededor de
mediodía, y a las tres de la tarde no se veía el menor brillo de luz, excepto donde se había
encendido la iluminación artificial. Hubo manifestaciones callejeras en muchas de las
ciudades más importantes del mundo.
Durante tres días la Tierra vivió como un mundo en la oscuridad, excepto los pequeños
núcleos de humanidad, que poseían la tecnología suficiente para proporcionar su propia
luz. Los Angeles y las otras ciudades de Estados Unidos vivían con el brillo artificial de
millones de lámparas eléctricas. Pero esto no protegió al pueblo norteamericano del terror
que acogotaba al resto de la humanidad. Hasta podía decirse que los norteamericanos
disponían de más ocio y oportunidades para apreciar la situación mientras se sentaban
frente a las pantallas de televisión esperando los últimos pronunciamientos de las
autoridades que eran impotentes para comprender o controlar la marcha de los sucesos.
Después de tres días ocurrieron dos cosas. Volvió a aparecer la luz en el cielo diurno y
comenzó a llover. Al principio la luz era muy débil pero día a día aumentaba su potencia
hasta que eventualmente la intensidad alcanzó a un nivel intermedio entre la luna llena y
el sol normal. Se puede dudar que esa luz haya pesado mucho en la balanza para
equilibrar la aguda tensión psicológica que afligía en todos lados al Hombre, pues su tono
rojo oscuro no dejaba dudas que no se trataba de una luz natural.
Al principio la lluvia era caliente, pero la temperatura cayó lenta y continuamente. La
precipitación fue enorme. El aire había estado tan caliente y húmedo que había
almacenado una gran cantidad de humedad. Con la disminución de la temperatura que
siguió a la extinción del Sol, la lluvia cayó cada vez en mayor cantidad. Los ríos
aumentaron su caudal inundando las riberas, destruyendo las comunicaciones y dejando
sin hogar a multitudes. Después de semanas agotadoras, el destino de los millones que
en todo el mundo fueron atacados por las aguas enfurecidas apenas puede imaginarse. Y
siempre estaba con ellos acompañándolos la media luz de otro mundo que ahora
reflejaba su tono rojo oscuro en la inundación.
Sin embargo la inundación fue una consecuencia menor comparada con las tormentas
que afectaron a la Tierra. La liberación de energía en la atmósfera, ocasionada por la
condensación de vapores en gotas de lluvia, superó todos los precedentes. Fue bastante
como para ocasionar enormes fluctuaciones de presión atmosférica que desencadenaron
huracanes en una escala que estaba más allá de toda memoria humana, y también de
sus suposiciones.
La casa señorial de Nortonstowe fue destruida en gran parte en uno de esos
huracanes. Dos trabajadores murieron en las ruinas. Las fatalidades en Nortonstowe no
se limitaron a esta tragedia. Knut Jensen y su Greta, la misma Greta Johannsen a quien [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • reyes.pev.pl