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suaves guedejas. Fafhrd la miró desde el otro lado de la mesa y comentó:
 Estoy seguro de que la señorita nos parecería bellísima en cualquier forma que
eligiera para presentarse al mundo..., totalmente humana o de otro modo.
 Galantes palabras, diestro guerrero  dijo Hisvet, un tanto asombrada . Debo
recompensarte por ellas. Ven aquí, Frix.
Cuando la esbelta doncella se inclinó hacia ella, Hisvet entrelazó su morena cadera y le
besó lentamente en los labios. Luego se irguió y dio un golpecito en el hombro a Frix, la
cual rodeó sonriente la mesa y, medio arrodillándose junto a Fafhrd, le besó tal como ella
había sido besada. Él recibió la caricia con elegancia, sin una excitación indecorosa, pero
en el momento en que Frix se disponía a retirarse, prolongó el beso, tras lo cual explicó
con voz algo ronca:
 Es un pequeño recargo para devolver el envío.
Ella le sonrió con picardía y se dirigió a la mesa de servicio, al lado de la puerta,
diciéndole:
 Primero he de desmenuzar la carne de las ratas, travieso bárbaro.
 No te hagas muchas ilusiones, audaz espadachín  le dijo Hisvet . Eso no ha sido
más que una pequeña recompensa por unas frases galantes, una recompensa con la
boca por palabras pronunciadas con la boca. Recompensarte por haber zurrado a Lukeen
y defendido mi honor sería un asunto mucho más serio, que no es posible abordar a la
ligera. Pensaré en ello.
En aquel momento, el Ratonero, quien debería decir algo pero cuyo aturdido cerebro
estaba temporalmente vacío de apropiado ingenio atrevido pero cortés, se dirigió a Frix:
 ¿Por qué troceas el carnero de las ratas, moza morena? Sería divertido ver cómo lo
hacen ellas mismas.
Frix no hizo más que mirarle arrugando la nariz, pero Hisvet le explicó seriamente:
 Sólo Skwee tiene habilidad para cortar la carne. Las otras podrían lastimarse, sobre
todo cuando la carne se desliza en el curry resbaladizo. Frix, reserva un solo pedazo para
que Skwee demuestre su habilidad, y desmenuza bien el resto. Skwee!  llamó, alzando
el tono de voz . Skwee, Skwee, Skwee!
Una gran rata saltó sobre la cama y permaneció obediente junto a la muchacha, con las
patas delanteras cruzadas sobre el pecho. Hisvet le dio instrucciones y luego sacó de una
caja de plata que estaba detrás de ella unos diminutos cubiertos también de plata,
tenedor, cuchillo y acero de afilar, en una triple vaina que le ató al cinto. Entonces Skwee
le hizo una reverencia y saltó ágilmente a la mesa de las ratas.
El Ratonero contemplaba la escena con admiración amortiguada por el vino, con la
sensación de que estaba cayendo presa de un hechizo. A veces unas sombras densas
cruzaban el camarote; en ocasiones, Skwee se volvía tan alta como Hisvet o quizá era
ésta la que se empequeñecía hasta adquirir el tamaño de Skivee, y entonces el Ratonero
también se volvía tan pequeño como Skwee, corría bajo la cama y caía por un tobogán
que le llevaba velozmente, no a una oscura bodega llena de delicioso grano en sacos o
suelto, sino a una placentera metrópoli subterránea ratonil, con una iluminación de
fósforo, donde ratas con túnicas y faldas largas, con capuchas que ocultaban sus largas
caras, iban de un lado a otro misteriosamente, donde las minúsculas espadas de las ratas
entrechocaban detrás de las columnas, tintineaba el dinero ratonil y lascivas ratas
hembras danzaban con su pelaje al descubierto a cambio de unas monedas, donde
acechaban espías enmascarados e informadores ratoniles, donde todo el mundo  cada
roedor era temeroso del sobrenatural Consejo de los Trece y donde un Ratonero ratonil
buscaba por todas partes a una esbelta rata principesca llamada Hisvet-sur-Hisvin.
El Ratonero despertó de esta ensoñación con un sobresalto. Sin duda, se dijo
entrecortadamente, tomó más copas de las que había contado. Vio que Skwee había
regresado a la mesa de las ratas y estaba de pie ante el pedazo de carne cubierta de
salsa amarilla que Frix había puesto en el platito de plata. Mientras las otras ratas la
miraban. Skwee desenvainó el cuchillo y el acero de afilar con una fioritura. El Ratonero
terminó de despertarse con otra sacudida y se sintió inspirado para decir:
 ¡Ojalá fuese yo una rata, princesa blanca, de modo que pudiera acercarme tanto a ti
y servirte!
 ¡Un bello tributo, ciertamente!  exclamó la damisela Hisvet, y rió con placer,
mostrando (le pareció al Ratonero) una delgada lengua rosa con manchas azules y el
interior de la boca con idéntica coloración. Entonces añadió con bastante seriedad : Ten
cuidado con lo que deseas, pues ciertos deseos han sido concedidos  pero en seguida
continuó jovialmente : Sin embargo, lo que has dicho ha sido muy galante, caballero.
Debo recompensarte. Frix, ven y siéntate a mi derecha.
El Ratonero no podía ver lo que ocurría entre ellas, pues el cuerpo de Hisvet,
enfundado en el amplio vestido, le ocultaba a Frix; pero los alegres ojos de la doncella le
miraban por encima del hombro de Hisvet, centelleando como la seda negra. Hisvet
parecía susurrar algo en el oído de Frix mientras la restregaba con la nariz
juguetonamente.
Entretanto empezaron a oírse débiles chirridos, mientras Skwee afilaba el cuchillo con
el acero. El Ratonero apenas podía ver la cabeza, los cuartos delanteros y el leve destello
del metal, debido al obstáculo de la mesa mayor. Sentía deseos de levantarse y acercarse
para observar el prodigio  y para vislumbrar tal vez las interesantes actividades de
Hisvet y Frix , pero le acometió un profundo letargo, que tanto podía deberse al vino
como a la expectación sensual o a la pura magia.
Tenía una sola preocupación: que a Fafhrd se le ocurriese un cumplido más ingenioso
que el suyo, tanto que incluso pudiera desviar el encargo que Frix debía cumplir en él.
Pero entonces observó que la barbilla de Fafhrd le tocaba el pecho y llegó a sus oídos,
junto con el leve chirrido del minúsculo cubierto de plata, el ruido rítmico de unos
ronquidos.
La primera reacción del Ratonero fue de puro y malévolo alivio. Recordó con
satisfacción maliciosa los tiempos pasados en los que retozaba con muchachas
generosas y alegres mientras su camarada roncaba, tras haber bebido más de la cuenta. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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